
1º DÍA DE TRIDUO
El desierto: escucha y contemplación
† En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura 1 Reyes 19:11-15
El Señor le ordenó: Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí. Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hicieron añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva.
Entonces oyó una voz que le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? Él respondió: Ardo de celo por ti, Señor Dios Todopoderoso. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!
El Señor le dijo: Regresa por el mismo camino y ve al desierto.
Palabra de Dios.
Meditamos y compartimos la Palabra.
REFLEXIÓN
Para nosotros, el desierto, no es un lugar sino un estado, es decir, una situación vital de encuentro. Encuentro con nosotros mismos y con Dios.
El desierto como escucha
Al encontrarnos con nosotros mismos, el desierto nos ayuda a conocernos, es espacio de prueba y combate. Aquí se hace necesario entrar en nosotros mismos sin ninguna valoración moral, para descubrir nuestras debilidades y fortalezas dominantes, porque el conocer nos lleva a aceptar y el aceptar a transformar. Escucharnos es la clave, sin sentirnos ni buenos ni malos, solos con nosotros mismos en búsqueda, soledad, asumiendo nuestra condición de hombres: solos y enflaquecidos, medios perdidos en muchas preguntas, interrogaciones e inquietudes.
Por eso, una buena pregunta para vivir el desierto como escucha sería: ¿Cuáles son mis debilidades y fortalezas dominantes? ¿Cuáles mis oportunidades y amenazas?
Por eso, una buena pregunta para vivir el desierto como escucha sería: ¿Cuáles son mis debilidades y fortalezas dominantes? ¿Cuáles mis oportunidades y amenazas?
Por eso, una buena pregunta para vivir el desierto como escucha sería: ¿Cuáles son mis debilidades y fortalezas dominantes? ¿Cuáles mis oportunidades y amenazas?
El desierto como contemplación
Dice Marcos que «vivía con las fieras y los ángeles les servían» (1,13b). Al habernos encontrado con nosotros mismos: conocernos, aceptarnos y transformarnos podemos vivir reconciliados con nuestras fieras, es decir, ya nuestras debilidades o fortalezas no nos harán daño, porque viviremos desde nuestro ser más profundo, no del yo falso o ego, sino del Sí mismo, puesto que en nuestras tareas no queremos impresionar sino conectar. Conectar con nosotros, con los otros y con Dios. Contemplación no significa vivir siempre rezando, con «devociones a bobas» o con los ojos bobalicones mirando el cielo.
Contemplación significa vivir en la presencia de Dios, vivir en y desde el amor de Dios. Es lo que san Juan de la Cruz canta: «En la interior bodega de mi Amado bebí y cuando salía por toda aquesta vega ya cosa no sabía y el ganado perdí que antes seguía» (26) o aquello de «Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio; ya no guardo ganado ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio» (28). Cuando se vive en la presencia ininterrumpida de Dios, ya no importamos nosotros, sino que Dios crezca en nosotros y es Él y sólo Él quien completa la obra de escucharnos: conocernos, aceptarnos y transformarnos, porque este Dios amor hace que lo imposible sea posible. Para que «todo lo que hagamos o digamos, lo hagamos invocando al Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Col 3,17).
El desierto como Contemplación es permanecer en Cristo, vivir de su amor; es llenarnos del Espíritu Santo con sus dones y frutos.
Hoy, junto a nuestro pueblo, vivimos un desierto, practiquemos la escucha y seamos contemplativos viviendo en la presencia amorosa de Dios, así seremos hombres de fe, esperanza y amor, y, equipados de esta manera, podemos acompañar a este pueblo sufrido por tantas carencias, desde una mirada contemplativa, que es el mirar y adamar de Dios.
El desierto como escucha y contemplación nos conduce a ser personas fuertes emocionalmente, felices (alegría), flexibles y positivas (esperanzadoras). Que redescubren una nueva mirada, una mirada contemplativa ante lo real, porque hoy lo único que cuenta es la realidad. Y Dios nos dice que esta realidad no es el final, es el comienzo de muchas oportunidades.
Quién se ha escuchado y vive en la presencia amorosa de Dios cultiva la alegría, la felicidad. Porque ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y circunstancias y volverse actor de la propia historia; ser feliz es no tener miedo de sus debilidades o fortalezas.
Es saber hablar de sí mismo para construir o reconstruir a otros; ser feliz es transformar las dificultades o amenazas en oportunidades.
Es saber hablar de sí mismo para construir o reconstruir a otros; ser feliz es transformar las dificultades o amenazas en oportunidades.
Una buena pregunta para vivir el desierto como contemplación es: ¿Vivo en la presencia amorosa de Dios? ¿En todo lo que realizo lo que me motiva es el amor a Dios y al prójimo? O ¿lo que busco es impresionar?
Una buena pregunta para vivir el desierto como contemplación es: ¿Vivo en la presencia amorosa de Dios? ¿En todo lo que realizo lo que me motiva es el amor a Dios y al prójimo? O ¿lo que busco es impresionar?
P. Fray Vladimir Pérez O.Carm
Comunidad de La Concepción, Edo. Zulia
SÚPLICA
Señor Jesús, haz que el celo eliano arda en nuestros corazones para experimentar, como san Ángel, la presencia del Padre en nuestro desierto personal.
Señor Jesús, haz que el celo eliano arda en nuestros corazones para experimentar, como san Ángel, la presencia del Padre en nuestro desierto personal.
Padre nuestro, Ave María y Gloria…
Padre nuestro, Ave María y Gloria…
ORACIÓN
Dios, fuerza de los fieles y corona de los mártires por cuya gracia San Ángel, carmelita, superó los tormentos del martirio; por su intercesión, concédenos propicio que, imitándole fielmente, seamos hasta la muerte testigos de su presencia y bondad. Amén.
Fuente: @CarmelitasVenezuela
https://www.yumpu.com/es/document/read/63313100/triduo-san-angel-de-sicilia